Todo bien

Ayer tuve mi primer día intensivo de trabajo en la escuela. Trece horas lejos de Julia, las primeras trece horas desde que nació.

Me desperté a las cinco, preparé todo para mis alumnos y fotos de Julia por si la extrañaba demasiado. Tomé un té, le di de comer y me fui. En los colectivos leí como para distraerme. Cuando llegué a la escuela me esperaban mis alumnos, que no me dieron un segundo de respiro, ni siquiera para sentarme a comer al mediodía.
Ellos esperaron meses y meses y tenían mil cosas para contarme, viejos alumnos que ahora están enormes y nuevos que se mueren por aprender.
Eso es lo que amo de la escuela primaria, lo que amo de mi escuela. Mis compañeros y yo somos mucho más que docentes, somos todo durante esas cuatro horas que los chicos van a diario.
Todos quieren atención, todos nos quieren contar lo que les pasa en su casa, con sus hermanos, padres, sus problemas más o menos graves. Y los que no hablan, los que no tienen nada para decir, a esos también hay que preguntarles, reparar en ellos, porque por algo no nos cuentan y también quieren nuestra atención, sólo que no la demandan como los otros.
Entonces las horas se suceden entre ejercicios, canciones, gritos, charlas en los recreos, más gritos, más abrazarme seño, Joni me pegó, Pedro se volvió a Bolivia, a Juanito le pegan y no se defiende, y muchos besos y abrazos.
No tuve un segundo siquiera para extrañar a Julia. Porque en esas horas soy de ellos y así me gusta que sea. Necesitaba estos kilos de demandas y amor, porque es lo que me llevó a trabajar en la escuela pública, es lo que hace que cada docente esté en esas escuelas donde se necesita tanta paciencia y tanta devoción hacia el otro.
Y ahora tengo a Julia en brazos pero en mi cabeza planeo mil cosas para mis alumnos. que en 4to B hay muchos chicos sin útiles, que el papá de J se fue de la casa por fin, que N es nuevo y extraña Bolivia y que la mamá de A no está, así que necesita atención extra.

Volví pensando en ellos y en Julia, que estaría con Porfi, su niñera desde que nació. Me alegré de haberla conocido y de haber hecho que ellas se conozcan y se quieran desde siempre.
Entré a casa y estaban las dos jugando. Julia se reía a carcajadas cuando me vio.

Y así vuelvo de a poco a mi vida, y hay amor para todos.

Así terminó mi día de ayer.

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Les recomiendo esta rutina de baño, agua tibiecita, juguetes, todo lo necesario preparado de antemano y se meten a la bañera. Lujo, lujo. (Enchastre también, pero bueh).

14 comentarios en “Todo bien

  1. Esa tipa es muy feliz.
    Que lindo que no sea culposo, feo, por separado disfrutan, ella con su niñera, vos con tus chiquitos «prestados»….que armonia.
    Son fuertes juntas!

      • Que hermoso relato. Me siento muy identificada en lo que contás de mi escuela (porque mis bebés ya son mayores de edad, jaja). Soy profe de Inglés y amo trabajar en primaria. La mayoría de los días llego a casa sin haber ido al baño ni comido nada. Los recreos me los absorbe siempre algún grupo de alumnos, con pedidos, charlas, reclamos, relatos. Creo que en ningún otro trabajo el tiempo podría volar así sin que uno se de cuenta.

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