gorda reflexiones

Hace tiempo, en el blog de un viajeronoturista, leí un post sobre la depresión post viaje. Básicamente cuenta que cuando volvés a casa luego de meses o años de estar lejos, te sentís raro, incómodo y con leves ganas de darte un escopetazo.

No es que me sienta así ahora, pero los primeros días fueron muy raros. Como ya dije, caminaba por las calles que eran mías y que adoraba y me sentía una extraña. Eso. Sentirme una extraña en Buenos Aires es triste. Sobre todo porque Delhi es hoy mi casa pero tampoco es del todo mi ciudad. Entonces eso me deja automaticamente sin un lugar que sea mío.

Creo que por eso hay gente que te dice que es «ciudadana del mundo» y como bien dice Sandy te los querés comer crudos, pero entiendo que hay algo de verdad en eso. Andrés tampoco tiene una ciudad, mi amigo Joey menos. Deambulan por el mundo, van donde haya trabajo o algo que les interese conocer y no se pueden quedar mucho tiempo en nunguna parte.

¿Quiero eso para mi vida? No lo sé. En Delhi no me voy a quedar a vivir, pero sé que si elijo volver a Argentina ya no voy a ser la misma Agos que se fue ese junio de 2014, ya soy otra, con ganas de ver cosas nuevas todo el tiempo, de moverme, de viajar. Ya no sé si pueda vivir en una casa grande con mi familia y un perro. Una casa armada con tiempo, con detalles, con muebles lindos y mil adornos como hace la gente que se queda en un lugar.

Sin dudas la vida nómada te da muchas satisfacciones. Eso de salir de tu casa y tener la certeza de que vas a vivir cosas emocionantes, distintas, complicadas y únicas es bastante adictivo una vez que pasó el miedo y rechazo inicial.

Pero yo soy muy gorda amigos y me aterra ir perdiéndolos. Y esta vida es de constantes pérdidas. Vivís despidiéndote. Llegás a un lugar y sabés que a Pepita le quedan seis meses así que tampoco da que te hagas super amiga, Juancito se queda dos años igual que vos así que hay que armar amistad aunque sea de la secta Los Niños de Dios y no tengas nada en común. Y Menganita se va el mes que viene así que casi que mejor ni la veo. Todo así.

Por suerte si algo he aprendido con el timpo es que todo pasa, las cosas se dan como se tienen que dar y que, al final, (al menos que esté en roma a punto de viajar para buenos aires que siempre se me muere un pariente) las cosas salen bien.

Al fin y al cabo ya estoy en esto. Ya no puedo volver atrás. Crucé la línea esa de la que hablan los viajerosnoturistas. Ahora sólo queda mirar para adelante y disfrutar de todo lo que me da está nueva vida y aprovechar que aunque me siento un poco extraña en buenos aires, gracias a los audios de whatsapp y a mi twitter querido, con mi familia y amigos no ha pasado ni un día.

Anoche tenía que despedirme de mi familia y me sentí tan bajón que finalmente accedí a tomarme 0.25 de rivotril. Veinte minutos después mi vida era una fiesta, todo fluía y el mundo era hermoso y fácil. Dormí plácidamente y cuando desperté me encontré con una foto de mi compañera de Motia Khan, Sophie,  nacida en congo, con padres belgas y que desde que se casó ha vivido de país en país. Inmediatamente recordé lo que siempre me dice, que esta vida es genial si te lo tomás con humor y alegría. Así que, como dice la ohlalá, voy a soltar, a relajarme y que sea lo que la vida quiera.

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lo que creció chennita no tiene nombre. es por la pichicata que le estamos dando.

PD: Ya conocí a muchos lectores que estuvieron en casa o que encontré por ahí y ya tienen su calendario. Gracias a todos por la buenísima onda. Aun quedan calendarios así que hay tiempo de pedirlos escribiendo a labonaerense@gmail.com. Todo lo que recaudemos con los calendarios que venda acá en argentina será destinado a la guardería de Motia Khan, para que los bebés y niñitas como Chenna tengan un lugar de juego y cuidados mientras sus hermanos estudian.

Al fin solos

Con mi amigo, mi cómplice y todo, Martín, nos hemos ido de vacaciones varias veces, pero algo que nos encantaba era tomarnos dos días para recorrer pueblos de la provincia y quedarnos en antros de perdición con fachada de hostel. Nos divierte ir a dedo, pasar la tarde sacándonos fotos disfrazados, cantar y filmarnos en el medio de la nada. Bueno, volví a hacerlo y estuvo buenísimo.

Por suerte volvió Andrés de su misión y aceptó quedarse con Julia un día y medio de corrido, así que sin mucho pensar, le dije a Martín y a Leo que sí. Esta vez elegimos Gualeguaychú.

La dejé a Julia durmiendo a las siete de la mañana y me fui con un bolso lleno de ropa ridícula y galletitas. No me costó dejarla, no la extrañé, necesitaba volver a disfrutar de la soledad, de mis amigos, desenchufarme del rol de madre por un tiempo.

Ella pasó la mitad del día con su niñera y luego con su papá. No me asustó que pasara la noche sin mí, calculé que todo estaría bien y así fue. No soy imprescindible. Cuando no estoy ella está bien, se ríe y come y juega como cuando estoy con ella. Que bueno que así sea. Ayer a las seis y media crucé la puerta y ella dormía con su abuelo, se despertó y sonrió como cuando llego del trabajo.

Releo posts de febrero y recuerdo lo mal que la pasé: con kilos de más, un cuerpo que no tenía nada que ver conmigo, una vida enteramente dedicada a mi hija, sola, triste. Y puedo decir, a diez meses de ser madre, que ya me siento bien, linda, flaca, sexy, divertida. Pensé que eso nunca iba a llegar.

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